3 dic 2014

Exorcista de Cali COLOMBIA

El religioso que lucha contra los demonios en Cali.


Rafael Morales es el único sacerdote autorizado por la archidiócesis para realizar exorcismos.

Son las 8 de la noche y monseñor Rafael Morales baja las escaleras de su parroquia, la iglesia San Francisco, en el centro de Cali, tras escuchar insistentes golpes en la puerta. El llamado es de dos angustiados padres de familia que requieren con urgencia al religioso para que sane a su hijo. “Ayúdenos, padre; está poseído”, dicen.

Ellos saben que él es el único sacerdote católico avalado por la Arquidiócesis de Cali para realizar el rito de expulsar demonios, lo que normalmente se conoce como un exorcismo.

En medio del silencio de la parroquia, monseñor camina hacia la capilla, un lugar lleno de crucifijos, con paredes blancas y un Cristo en el centro del salón, y mientras los padres sujetan con fuerza al niño –en ese momento inconsciente– señala una cruz, posa su mano sobre la cabeza del pequeño y ora, tal y como lo hizo la primera vez, cuando aún dudaba de la existencia de fuerzas oscuras. Así logra sanarlo.

Todo comenzó en 1978, época en la que se evidenciaron repetidos casos de posesiones malignas alrededor del mundo. En respuesta al fenómeno creciente, el propio Vaticano, en cabeza del papa Juan Pablo II, ordenó que cada Arquidiócesis del planeta debía asumir la responsabilidad de designar un sacerdote capaz de enfrentarse a esas fuerzas. Morales fue el escogido en la capital vallecaucana.
El sacerdote nació en Trujillo (Valle) en 1929 y desde pequeño tuvo la influencia de la religión por parte de su madre. “A mi mamá le gustaba mucho la prédica de los seminaristas y me llevaba a verlos. A mí me empezó a gustar”, recuerda.

Años más tarde, en 1946, ingresó al seminario en Bogotá y cuatro años después regresó a su tierra, donde tuvo la experiencia que marcó su rumbo para siempre. “Viví un momento duro, al estilo de los antiguos caballeros. Fui poseído por muchos demonios a la vez. Para vencerlos pasé siete días en oración y en ayuno, y Dios me enseñó a luchar. Al final los expulsé –cuenta–. En una revelación vi que se fueron muy lejos, como si se tratara de unos murciélagos. Lo único que recuerdo con claridad es el sabor a ceniza y pescado que me quedó en la boca”.

Fue así como, en 1976, monseñor Morales descubrió sus capacidades para practicar exorcismos. “No cualquiera puede desempeñar esa tarea. Para expulsar demonios se requiere de la gracia de Dios, de fe, de un llamado divino y una preparación dirigida. También permanecer en oración”, dice.

Solo en una ocasión sintió que los demonios intentaron regresar a su cuerpo. Ocurrió hace dos años, cuando tenía la intención de irse a dormir. Aquel día tuvo una presión en el pecho y antes de subir las escaleras, rumbo a su habitación, una fuerza extraña le impidió avanzar durante 20 minutos. La sensación finalmente desapareció, pero no logró recobrar la tranquilidad en toda la noche.


Nació en Trujillo (Valle) en 1929. En 1946, ingresó al seminario en Bogotá. Foto: Juan B. Díaz/EL TIEMPO.
La primera liberación

Fue en 1977, en Trujillo, cuando el sacerdote afrontó su primera prueba de fuego, tras asumir el rol ordenado desde el Vaticano. Una mujer a punto de morir era la víctima.

Los familiares de ella aseguraban que “una bruja le había puesto un sapo en el estómago”. Monseñor acercó su mano al abdomen de la señora y un sudor frío empezó a recorrer su espalda. “Sentí un movimiento extraño, como si dentro de ese estómago tuviera el corazón”, afirma. Entonces oró y luego de cuatro horas el exorcismo concluyó con éxito.

En referencia a rituales como este, el religioso explica que después de que un espíritu es expulsado, la víctima cae al suelo y empieza a vomitar y a gritar. “Es necesario sujetarlos muy fuerte, pues con mi edad es muy difícil hacerlo solo; por eso necesito siempre la ayuda de los familiares”, advierte, y hace referencia a una ocasión en la que una mujer perdió la vida, durante una sesión en Guapi (Cauca), porque se golpeó la cabeza.

Y contrario a lo que muchos creen, no todas las posesiones involucran lenguas en latín, cambio en el tono de la voz o la fuerza descomunal de los afectados. De hecho, Monseñor Morales asegura que ese tipo de casos se presentan muy poco y que hace tres años no afronta uno así. “Los demonios también entran en el hombre en forma de vicios y enfermedades”, anota.

Es tal el reconocimiento del prelado que a diario decenas de personas lo visitan para que les ayude con alguna dolencia del alma o para que les borre del todo la idea de quitarse la vida. Muchos resultan ser paranoicos y otros, terminada la oración, caen al suelo y se retuercen.

El religioso concluye diciendo que Cali es una ciudad en donde se practica la brujería, la lectura de las cartas, el satanismo y la santería: “Quien se mueva en esos asuntos es presa fácil de fuerzas misteriosas”, aseguró.

A continuación, se puede ver un exorcismo real practicado en Medjugore, Europa, lugar de apariciones de la Virgen María, y donde saltan los demonios sin poder evitarlo.


 

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