El religioso que lucha contra los demonios en Cali.
Rafael Morales es el único sacerdote autorizado por la archidiócesis para realizar exorcismos.
Son las 8 de la noche y monseñor Rafael
Morales baja las escaleras de su parroquia, la iglesia San Francisco, en
el centro de Cali, tras escuchar insistentes golpes en la puerta. El
llamado es de dos angustiados padres de familia que requieren con
urgencia al religioso para que sane a su hijo. “Ayúdenos, padre; está
poseído”, dicen.
Ellos saben que él es el único sacerdote
católico avalado por la Arquidiócesis de Cali para realizar el rito de
expulsar demonios, lo que normalmente se conoce como un exorcismo.
En medio del silencio de la parroquia,
monseñor camina hacia la capilla, un lugar lleno de crucifijos, con
paredes blancas y un Cristo en el centro del salón, y mientras los
padres sujetan con fuerza al niño –en ese momento inconsciente– señala
una cruz, posa su mano sobre la cabeza del pequeño y ora, tal y como lo
hizo la primera vez, cuando aún dudaba de la existencia de fuerzas
oscuras. Así logra sanarlo.
Todo comenzó en 1978, época en la que se
evidenciaron repetidos casos de posesiones malignas alrededor del mundo.
En respuesta al fenómeno creciente, el propio Vaticano, en cabeza del
papa Juan Pablo II, ordenó que cada Arquidiócesis del planeta debía
asumir la responsabilidad de designar un sacerdote capaz de enfrentarse a
esas fuerzas. Morales fue el escogido en la capital vallecaucana.
El sacerdote nació en Trujillo (Valle) en 1929
y desde pequeño tuvo la influencia de la religión por parte de su
madre. “A mi mamá le gustaba mucho la prédica de los seminaristas y me
llevaba a verlos. A mí me empezó a gustar”, recuerda.
Años más tarde, en 1946, ingresó al seminario
en Bogotá y cuatro años después regresó a su tierra, donde tuvo la
experiencia que marcó su rumbo para siempre. “Viví un momento duro, al
estilo de los antiguos caballeros. Fui poseído por muchos demonios a la
vez. Para vencerlos pasé siete días en oración y en ayuno, y Dios me
enseñó a luchar. Al final los expulsé –cuenta–. En una revelación vi que
se fueron muy lejos, como si se tratara de unos murciélagos. Lo único
que recuerdo con claridad es el sabor a ceniza y pescado que me quedó en
la boca”.
Fue así como, en 1976, monseñor Morales
descubrió sus capacidades para practicar exorcismos. “No cualquiera
puede desempeñar esa tarea. Para expulsar demonios se requiere de la
gracia de Dios, de fe, de un llamado divino y una preparación dirigida.
También permanecer en oración”, dice.
Solo en una ocasión sintió que los demonios
intentaron regresar a su cuerpo. Ocurrió hace dos años, cuando tenía la
intención de irse a dormir. Aquel día tuvo una presión en el pecho y
antes de subir las escaleras, rumbo a su habitación, una fuerza extraña
le impidió avanzar durante 20 minutos. La sensación finalmente
desapareció, pero no logró recobrar la tranquilidad en toda la noche.
Nació en Trujillo (Valle) en 1929. En 1946, ingresó al seminario en Bogotá. Foto: Juan B. Díaz/EL TIEMPO.
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La primera liberación
Fue en 1977, en Trujillo, cuando el sacerdote
afrontó su primera prueba de fuego, tras asumir el rol ordenado desde el
Vaticano. Una mujer a punto de morir era la víctima.
Los familiares de ella aseguraban que “una
bruja le había puesto un sapo en el estómago”. Monseñor acercó su mano
al abdomen de la señora y un sudor frío empezó a recorrer su espalda.
“Sentí un movimiento extraño, como si dentro de ese estómago tuviera el
corazón”, afirma. Entonces oró y luego de cuatro horas el exorcismo
concluyó con éxito.
En referencia a rituales como este, el
religioso explica que después de que un espíritu es expulsado, la víctima
cae al suelo y empieza a vomitar y a gritar. “Es necesario sujetarlos
muy fuerte, pues con mi edad es muy difícil hacerlo solo; por eso
necesito siempre la ayuda de los familiares”, advierte, y hace
referencia a una ocasión en la que una mujer perdió la vida, durante una
sesión en Guapi (Cauca), porque se golpeó la cabeza.
Y contrario a lo que muchos creen, no todas
las posesiones involucran lenguas en latín, cambio en el tono de la voz o
la fuerza descomunal de los afectados. De hecho, Monseñor Morales
asegura que ese tipo de casos se presentan muy poco y que hace tres años
no afronta uno así. “Los demonios también entran en el hombre en forma
de vicios y enfermedades”, anota.
Es tal el reconocimiento del prelado que a
diario decenas de personas lo visitan para que les ayude con alguna
dolencia del alma o para que les borre del todo la idea de quitarse la
vida. Muchos resultan ser paranoicos y otros, terminada la oración, caen
al suelo y se retuercen.
El religioso concluye diciendo que Cali es una
ciudad en donde se practica la brujería, la lectura de las cartas, el
satanismo y la santería: “Quien se mueva en esos asuntos es presa fácil
de fuerzas misteriosas”, aseguró.
A continuación, se puede ver un exorcismo real practicado en Medjugore, Europa, lugar de apariciones de la Virgen María, y donde saltan los demonios sin poder evitarlo.
A continuación, se puede ver un exorcismo real practicado en Medjugore, Europa, lugar de apariciones de la Virgen María, y donde saltan los demonios sin poder evitarlo.
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