23 jul 2019

Dones y carismas

Los Dones y Carismas son regalos de Dios.
Que nos permiten seguirlo y actuar en el mundo por su cuenta y a su servicio.
Tanto en la vida diaria como en ocasiones extraordinarias.




Mientras que los dones son algo permanente que los obtenemos con el bautismo y otros sacramentos, los carismas son concesiones extraordinarias.
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Que nos permiten actuar con un poder sobrenatural en un área determinada.


 “Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de actividades, pero es el mismo Dios que actúa en todas ellas” (1Co 12, 4-6).


Este Espíritu nos hace regalos que perfeccionan la fe, la esperanza y el amor desde un punto de vista sobrenatural.


Algunos de ellos son regalados en el bautismo y en la confirmación, pero otros son regalados por el Espíritu Santo según su propia discrecionalidad.

El Espíritu Santo distribuye estas gracias entre los fieles de todo rango.

La Lumen Gentium del Vaticano II dice que,
“Deben recibirse con agradecimiento y consuelo, ya que son sumamente adecuados y útiles para las necesidades de la Iglesia”.
Y sigue diciendo que,
El papel de los ordenados es discernir, pastorear y coordinar los carismas de los laicos para que maduren y trabajen juntos para la mayor gloria de Dios”.
Estos carismas son poderosas herramientas para nuestra misión de testigos de Cristo en el mundo.
No son para la santificación personal, sino para construir el cuerpo de Cristo y se utilizarán para servir a los otros.

Son gracias que pueden ser desde transitorias a mas o menos constantes.

El Espíritu Santo los da y los quita según su beneplácito.

Por eso se debe discernir cada expresión de apariencia carismática si proviene de DIOS, del hombre o del maligno.

Se pueden pedir al Espíritu Santo para servir a la iglesia.

Y su desarrollo o manifestación puede ser explosiva o en un proceso de discernimiento.

También apoyado por agentes externos como grupo de pares, grupos de oración, asesores espirituales, etc., o en forma íntima y personal dependiendo del estado del receptor.

Se aconseja la oración y la invocación al Espíritu Santo para su uso adecuado, y deben ser ejercidos con caridad y evitar los excesos.

Nadie tiene todos los carismas que puede entregar el Espíritu Santo, porque nos necesitamos unos a los otros, como sucede con los órganos del cuerpo, que no pueden funcionar unos sin otros.
Debe tenerse claro que un carisma no es una habilidad natural desarrollada, sino un don sobrenatural.
Que permite hacer lo humanamente imposible o elevar un don natural a un nivel sobrenatural.
Esto implica que Dios está operando a través de ti cada vez que estás utilizando un carisma.
No son algo que uno posea su control, sino que el control lo tiene el Espíritu Santo, que los hace actuar cuando se necesitan.
Y por otro lado, cuanto más te entregues a Dios, mejor y más frecuentemente actuarán los carismas.
En definitiva los carismas son signos que dan testimonio del evangelio y gloria a Dios.
Porque revelan su amor y poder trabajando en el mundo.
Y como cristianos cada uno tiene el deber de ejercer los carismas del Espíritu Santo en un espíritu de orden y de unidad, uniendo y construyendo la Iglesia.

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