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31 jul 2021
De la Ouija y budismo a ser feliz cristiana
22 jul 2021
Historia de un exorcismo
Historia de un exorcismo, de la magia cabalística al sagrado bautismo.
Por el P. Federico Highton.
En este intervalo sin crónicas ni aventuras, donde me vi forzado a dejar por un breve período los misteriosos horizontes de la paganía y a recluirme en nuestra casa religiosa de la Orden San Elías en Las Galias para terminar el doctorado pendiente, pude ser testigo del muy fecundo y escondido trabajo apostólico que los Padres Ansaldi hacen en la Parroquia de Ollioules.
Mas no solo fui edificado por su ejemplo sacerdotal, su celo apostólico y su estilo monástico, sino que fui testigo de una conversión que bien puede ser considerada, una “rara avis”. Nos referimos a la conversión de una mujer francesa llamada Teresa (no revelamos su nombre real por razones obvias). Entremos en la historia, que no sólo no terminó, sino que recién empieza.
Teresa nació en una familia atea, que cuenta con varios masones desde la época de sus abuelos. Cuando ella era niña, según ella cuenta, el diablo le dijo: “tu familia es atea; ergo, Dios no te va a cuidar. Yo me encargaré de tí”. Pasado el tiempo, siguiendo las huellas de su madre, se dedicó a la magia y, más específicamente, al tarot, llegando a hacer de eso no sólo su profesión, sino su misma vida. Económicamente le estaba yendo bien, pero de pronto surgió un problema: su cuerpo y su alma empezaron a sufrir horribles dolores que jamás cesaban. El motivo era simple: quedó poseída por uno o más demonios. Quien juega con fuego, se quemará. Es así de simple.
Su vida devino un infierno incesante, pero había breves momentos del día en el que sus dolores se interrumpían: era cuando sonaban las campanas de la Parroquia, la Parroquia de Ollioules, donde celosamente trabajan los Padres Ansaldi. Cuando las campanas sonaban, para dar la hora, para invitar al Angelus o llamar a Misa, sus tétricos dolores desaparecían. Fue entonces, que Teresa, deseosa de poner fin a sus tormentos, se acercó a la Parroquia.
Pero, algo sucedía: cuando trataba de entrar en el templo, no podía ingresar. Hacía el esfuerzo, quería dar el paso, dejaba todo de sí, pero no podía poner un pie en la Casa de Dios. Algo o, mejor dicho, alguien, se lo impedía. Luego del tercer intento fallido, con fina perspicacia sobrenatural, percibió algo importante: “si no puedo entrar, significa que debo entrar”.
Al fin de cuentas, hace un año, logró hablar con el párroco, el Padre José. Ese día, probablemente gracias a las oraciones de algún alma que ofreció sus dolores en alguna parte del mundo, Teresa decidió bautizarse. Fue un catecumenado muy especial ya que no sólo debía aprender la doctrina y las plegarias, sino enfrentar tremendos ataques de los demonios. Una de las pruebas preternaturales que debió padecer fue que cuando ella nos veía a los sacerdotes (soy testigo de este hecho), contemplaba el abismo del poder sacerdotal, y por eso, se le llenaba la mente de una multitud de insultos indecibles contra el clero. No por nada, el Santo Cura de Ars llegó a decir lo siguiente: “¡Oh, el sacerdote es algo grande! No, no se sabrá lo que es, sino en el cielo. Si lo entendiéramos en la tierra, moriría uno, no de espanto, sino de amor”.
El de Teresa era un caso especial. Por eso, hace unos pocos días, la llevamos a la casa de un ermitaño amigo, el Padre Diego, quien, retirado del mundo, se dedica al ministerio del exorcismo y a la predicación de Ejercicios Ignacianos. El Padre Diego la atendió y al cabo de unos minutos nos dijo: “está hasta la manos” (expresión argentina que, en este caso, se podría traducir como “evidentemente está poseída”). La exorcizó y nosotros lo secundamos con nuestras pobres plegarias. Por mi parte, me limité a rezar el rosario enfrente de ella.
Cuando terminó el exorcismo, destilando ella un odio luciferino al Rosario, me dijo: “yo te quería arrancar los ojos”. En el fondo, no era ella la que hablaba. Sino, otro…
El Padre Diego nos comentó que haría falta varias sesiones más de exorcismo (en algunos casos, nos decía, esto puede llevar años) y que había que adelantar la fecha del bautismo, para el cual ella se había estado preparando desde hacía un año. Lo llamamos al Obispo e inmediatamente concedió permiso para darle todos los Sacramentos sin dilación alguna.
Pocas horas antes del Bautismo, el demonio, mintiendo como siempre, se jugó una de sus últimas fichas: le ofreció a Teresa “darle todo si dejaba todo”, esto es, si dejaba a Dios. Y ella venció la horrible tentación.
Finalmente, el pasado viernes, el Padre José la bautizó usando la forma litúrgica extraordinaria. El rito tradicional del Bautismo de adultos tiene una fuerza especial: los exorcismos son mucho más fuertes; el bautizando debe arrodillarse tres veces afuera del templo para rezar el Padre Nuestro y luego, ni bien ingresa a la iglesia, debe postrarse como signo de humildad ante Dios. Durante el rito, ella tuvo ciertos retorcijones y risas extrañas, si bien esta vez los “efectos especiales” no fueron impresionantes (lo cual bien pudo haberse debido a que, adredañas, el padre Javier simultáneamente celebraba la Misa en el altar lateral de San José rogando para que el bautismo pueda ser felizmente consumado). Fue bautizada y confirmada en la misma ceremonia. Salió renovada y exultante.
Durante el bautismo, según ella testifica, vio un ángel caído, pero cuando entró otro Sacerdote, el demonio se desplazó a la izquierda y cuando entró el exorcista, el demonio desapareció, sin poder entrar a la iglesia. Conste que Teresa es una persona muy inteligente que vive con los pies bien puestos sobre la tierra.
Valga decir que antes del Bautismo, fuimos a bendecir y exorcizar su casa. Entonces, le preguntamos si aún le quedaban elementos de brujería y nos dio aquello de lo que todavía no había podido desprenderse: un mazo de cartas de tarot y una estrella satánica. Ella estaba profundamente apegada a esas cosas. Entonces, nos fuimos para exorcizar y quemar esos objetos (si simplemente se los arroja al cesto, o al río, los magos, guiados por los demonios, los recuperan fácilmente, como nos confirmó Teresa). Fue hermoso ver cómo ardían en el fuego los instrumentos con los que el diablo esclavizaba a las almas (¡qué hermoso es ver arder a los ídolos!).
Volvimos de la hoguera (¡nos costó bastante que se quemen esas cartas malditas!), y nos topamos con un nuevo mensaje: Teresa recordó que aún tenía más mazos. Nos los dio diciendo: “Acá está toda mi vida y todos mis recuerdos”. Volvimos a quemarlos. Al otro día, pasó lo mismo: aún quedaba un último resto. Y volvimos a prender la pira.
Un bautismo de agua y tres hogueras de fuego. De la pila a la pira… ¡Bendito sea Dios!
Ampliemos con pocas líneas más el asunto de las cartas. Teresa nos confirmó lo que ya sabíamos por los libros, esto es, que el tarot es uno de los elementos de la kabbalah judía, lo cual nosotros habíamos aprendido leyendo al protestante Michael Hoffman y su erudito libro El judaísmo descubierto[1].
En efecto, como escribió el lammenasiano clérigo apóstata Eliphas Levi, “los diez Sefirots y los veintidós Tarots forman lo que los cabalistas llaman las treinta y dos sendas de la ciencia absoluta… Los rabinos (…) por medio de una interpretación dual de los alfabetos cabalísticos (…) formaron dos ciencias, llamadas Gematría y Temurah, y así compusieron el Arte Notarial, que es fundamentalmente la ciencia completa de los signos del Tarot y su compleja y variada aplicación a la adivinación de todos los secretos”[2]. Esta adivinación, como explica Hoffman, “representa el conjunto de supersticiones babilónicas que fueron repetidamente condenadas y execradas por el Dios de la Biblia. De todos modos, éste es el paganismo que [aún en la actualidad] forma el sistema místico central de la religión judía”[3].
Volviendo a Teresa, agreguemos que ella nos dijo que hasta hace un tiempo en los mazos de tarot se podía leer que eran de origen judío-cabalístico, pero que últimamente, esta información ha sido omitida. Al paso, también nos comentaba que los brujos hoy suelen mezclar el tarot con la magia celta, la magia maya, el hinduismo y el nada inocente budismo tibetano. No nos extraña en absoluto ya que es todo esto más de lo mismo (el diablo no es creativo sino de una monotonía muy aburrida).
II.-
¿Cómo es su vida hoy?
Si cortásemos la crónica aquí, caeríamos en un reduccionismo pues Teresa no es sólo una bruja conversa. Es muchísimo más que eso. Es un alma muy delicada que vive una vida cristiana fervorosa.
En efecto, el Padre José quedó admirado al constatar la fineza del discernimiento espiritual alcanzado por Teresa.
Ella está formándose intensamente, creciendo día a día en el conocimiento de las cosas de Dios, leyendo los mejores libros. Pero, lo suyo no es sólo formarse intelectualmente, sino que es una enamorada del Señor. Y es una enamorada de la Cruz. Su lugar preferido no es sino donde hay un viejo crucifijo. Ama retirarse allí para perderse en la meditación de los divinos misterios. Y no sólo contempla el Calvario, sino que carga con su cruz, incluso cuando sus padecimientos son especialmente ásperos, como le sucedió hace un tiempo, cuando el demonio le quemó las plantas de sus pies, lo cual ofreció al Señor, diciendo: “sufro con Jesús”.
Teresa está por partir en peregrinación a Lourdes. Irá a pedir por su liberación final y total. No la dejemos sola. Vayamos con ella junto con nuestras oraciones y penitencias.
¡Muera la cábala!
¡Viva Cristo Rey!
[1] M. Hoffman, “Judaism discovered from its own texts. A study of the anti-biblical religión of racism, self-worship, superstition and deceit”, Independent History and Research, USA, 2008.
[2] Eliphas Levi, Dogma y Ritual de la Alta Magia (citado por M. Hoffman en Judaism Discovered, p. 794).
[3] M. Hoffman, Judaism Discovered, p. 794. La traducción es nuestra. Hasta donde sabemos, este parresíaco libro de Hoffman (impecable en un 95% ó 99%) aun no fue traducido al español.
12 jul 2021
DOCUMENTAL DE EXORCISMOS
Aunque este video ya lo publiqué hace un tiempo, creo que es lo suficientemente interesante y para algunos/as instructivo, como para volver a hacerlo.
2 jul 2021
yoga + mindfulness = demonio
Javier Luzón, sacerdote desde 1980, es profesor de Antropología Teológica en Madrid y fue durante años exorcista de la diócesis de Madrid. Ha participado en el ministerio de liberación desde mediados de los años 90, en miles de intervenciones. Es también autor del libro Las seis puertas del Enemigo. Experiencias de un exorcista (www.lasseispuertas.com).
En su canal de YouTube "Tiempo de Respuestas" lamenta que en lugares cristianos -y otros que no lo son- se ofrezcan sesiones de yoga y mindfulness, incluso a niños, porque, en su experiencia como exorcista "puede haber como un beneficio inicial, pero luego vienen los problemas".
El padre Luzón declara que con el yoga y el mindfulness, con sus técnicas de "distanciarse del yo", "estás autorizando a los seres espirituales, que ellos llaman energías pero son las personas angélicas caídas, los demonios, a que se hagan cargo de tu personalidad".
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"Mindfulness significa atención plena, es concentrarte en tus sentimientos para distanciarte de ellos. Claro, en un primer momento, sientes una euforia, porque te quitas también los sentimientos negativos. Pero luego, al distanciarte de tu 'verdadero yo', se te puede meter vete tú a saber quién", avisa.
"Recuerdo de una persona que me trajeron del Reino Unido, que era un zombi. Era una mujer joven y era un zombi. Lo primero que hubo que hacer era echarle al demonio mudo, ella no podía hablar. Cuando ya pudo hablar explicó que al principio tuvo una gran euforia, pero luego se le secó el corazón. 'Dejé de sentir nada'. Y luego se le bloqueó la mente. Porque si tú te distancias de tu yo estás autorizando a los seres espirituales, ¿verdad?, que ellos llaman energías pero son las personas angélicas caídas, los demonios, a que se hagan cargo de tu personalidad y puedes tener un muy serio problema, como de hecho he comprobado".
"Ahora mismo, en tantísimos colegios, a niños, en tantísimas instituciones sanitarias, están ofreciendo el Mindfulness, o el yoga, o estas prácticas como técnicas de terapia, de sanación, sin darse cuenta de que puede haber como un beneficio inicial, pero que luego vienen los problemas", previene.
Diferencia entre la oración cristiana y las prácticas orientalistas
El padre Luzón explica además la diferencia entre la oración cristiana y las prácticas orientalistas. "Un cristiano es alguien que habla con Dios, porque Dios es un ser personal, no es una energía universal como piensan los que están metidos en estas cuestiones. Además, la oración es dialogar con Alguien que te habla, escucharle, referirte a Él, es un diálogo interpersonal, cosa que no sucede en la meditación zen, donde se trata de vaciarse de todo pensamiento, de todo sentimiento, para irse identificando, diluyendo, en una especie de nirvana, diluirte en la energía universal".
"Para un hinduísta o budista la felicidad, la mejor manera, es no tener sentimiento, la anulación del yo, porque si tienes sentimientos te vas a frustrar y lo mejor, dicen ellos, es no tener ningún sentimiento. Y claro, eso es diabólico en el fondo. Porque lo que quiere Dios de nosotros es que despleguemos nuestro corazón, nuestra felicidad, no que lo anulemos. Ese es el gran peligro", advierte.
"Todas estas prácticas de relajación, de ejercicios de respiración, de posturas de deidades hinduístas y que se está invocando a esas deidades, muchas veces sin saberlo, son dos momentos de ese proceso de 8 pasos para la anulación de la persona, para alcanzar el nirvana, que es esa ataraxia, esa anulación de sentimientos en que, dicen ellos, supuestamente, te sientes feliz. Pues eso es incompatible con la fe", insiste.
Orationis Formas y las posturas corporales al meditar
El padre Luzón recomienda leer el documento "Orationis Formas: Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana", publicada en 1989 por obra del cardenal Joseph Ratzinger con aprobación del Papa Juan Pablo II.
Esa carta incluye varias reflexiones sobre el uso del cuerpo en la oración: reproducimos algunas.
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"La auténtica mística cristiana nada tiene que ver con la técnica: es siempre un don de Dios, del cual se siente indigno quien lo recibe".
"En la oración, el hombre entero debe entrar en relación con Dios y, por consiguiente, también su cuerpo debe adoptar la postura más propicia al recogimiento. Tal posición puede expresar simbólicamente la misma oración, variando según las culturas y la sensibilidad personal. En algunos lugares, los cristianos están adquiriendo hoy una mayor conciencia de cómo puede favorecer la oración una determinada actitud del cuerpo".
"La meditación cristiana de Oriente ha valorizado el simbolismo psicofísico, que a menudo falta en la oración de Occidente. Este simbolismo puede ir desde una determinada actitud corpórea hasta las funciones vitales fundamentales, como la respiración o el latido cardíaco. El ejercicio de la «oración del Señor Jesús» por ejemplo, que se adapta al ritmo respiratorio natural, puede, al menos por un cierto tiempo, servir de ayuda real para muchos".
"Por otra parte, los mismos maestros orientales han constatado también que no todos son igualmente idóneos para hacer uso de este simbolismo, porque no todas las personas están en condiciones de pasar del signo material a la realidad espiritual que se busca. El simbolismo, comprendido en modo inadecuado e incorrecto, puede incluso convertirse en un ídolo y, como consecuencia, en un impedimento para la elevación del espíritu a Dios. Vivir en el ámbito de la oración toda la realidad del propio cuerpo como símbolo es todavía más difícil: puede degenerar en un culto al mismo y hacer que se identifiquen subrepticiamente todas sus sensaciones con experiencias espirituales".
"Algunos ejercicios físicos producen automáticamente sensaciones de quietud o de distensión, sentimientos gratificantes y, quizá, hasta fenómenos de luz y calor similares a un bienestar espiritual. Confundirlos con auténticas consolaciones del Espíritu Santo sería un modo totalmente erróneo de concebir el camino espiritual; atribuirles significados simbólicos típicos de la experiencia mística, cuando la actitud moral del interesado no se corresponde con ella, representaría una especie de esquizofrenia mental que puede conducir incluso a disturbios psíquicos y, en ocasiones, a aberraciones morales".
"Esto no impide que auténticas prácticas de meditación provenientes del Oriente cristiano y de las grandes religiones no cristianas, que ejercen un atractivo sobre el hombre de hoy, alienado y turbado, puedan constituir un medio adecuado para ayudar a la persona que hace oración a estar interiormente distendida delante de Dios, aunque le urjan las solicitaciones exteriores".