Nunca me ha gustado mencionarlo en mis escritos, es orgulloso y nombrarlo es un gusto que no deseo darle. Pero a veces debemos recordar que existe y está para hacernos daño y destruirnos. Acaba con las familias, sacerdotes, niños. No hay nada sagrado para él. Solo exhala odio y rencor por nosotros.
Una vez leí de este santo que iba caminando por unos caminos montañosos y llegó a un poblado cercano. En la entrada se encontró al malvado descansando apacible.
“Qué haces aquí?” le preguntó. “¿Vas a entrar para tentar y seducir a los pobladores?”
“En este pueblo no”, respondió. “Tengo unos ayudantes que lo hacen de maravilla y me ayudan para hacerlos pecar. Son aquellos que blasfeman con cada frase, los que hablan mal de los demás y siembran mentiras, los que crean cizaña espaciéndola a su alrededor, aquellos que no son capaces de perdonar y viven odiando”.
Nuestro santo se desvió para no entrar en aquél poblado y fue hacia un monasterio. Allí encontró una batalla campal, una legión de demonios acorralando el lugar. Les preguntó qué hacían.
“Aquí rezan, perdonan, confían en Dios, leen las escrituras y conviven en Paz. Son los que más cuesta hacerles pecar”.
Cuando el diablo no puede seducirte ni engañarte, se muestra tal cual es: “CRUEL”.
Suelo decir que el maligno no es malo, es malísimo.
Sólo piensa: “Quiere robarte una eternidad al lado de quien te ama desde antes que nacieras. ¿Le vas a permitir eso?”.
Su propósito es arrojarte a un lugar de sufrimientos y angustias alejado de Dios, sabiendo que nunca podrás estar en su cercanía por más que lo anheles. Quiere que sufras eternamente porque te odia. Vas a darle ese gusto? O vas a luchar por tu alma.
“Someteos, pues, a Dios; resistid al Diablo y él huirá de vosotros.” (Santiago 4, 13)
Sé de algunos casos en los que las personas lograron vencerlo, con ayuda y guía espiritual, con la oración ferviente y los sacramentos de nuestra santa Iglesia, renovando sus vidas.
No le dejes al malo que te señale el camino que has de seguir. Perdona. Pide perdón. Recupera tu estado de gracia. Cambia el rumbo de tu vida y permanece en la presencia de Dios. Una buena confesión sacramental ayuda mucho. Hazte propósitos de enmienda.
La Biblia es muy clara. Te da las armas que necesitas en esta batalla espiritual. Basta que leas las sagradas Escrituras y encontrarás cómo defenderte del demonio y sus tentaciones.
“Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón. No hay para ella criatura invisible: todo está desnudo y patente a los ojos de Aquél a quien hemos de dar cuenta”. (Hebreos 4, 12-13).
Lucha, da la batalla espiritual. Bien decía santa Eufrasia: “Un alma vale más que un mundo”.
¡Ánimo! ¡Tú puedes vencer!
2 comentarios:
Gracias por ayudarnos
Dios todopoderoso sana y libera, vayámos siempre a EL, con alegría y confianza.
La luz siempre vence a la oscuridad.
Publicar un comentario