Un obispo afirma que el demonio se manifestó al consagrar la Eucaristía
Los demonios creen en la presencia real de Dios en la Eucaristía y tiemblan. ¿La fe de los demonios es mayor que la de algunos católicos?
Monseñor Charles Pope
quien lidera en la Arquidiócesis de Washington la parroquia San
Cipriano Santo Consolador sorprendió a fines de agosto a sus feligreses
al escribir y recordar en el blog de la parroquia una inusual
experiencia con el demonio, ocurrida durante una eucaristía hace algunos
años. En particular al momento de efectuar la consagración.
Cuenta Mons. Pope que hace unos quince años estaba celebrando la misa en la antigua parroquia St. Mary’s en Washington DC. La celebración por ser una misa solemne, señala, decidió celebrarla en latín….
“Quizás nada diferente a la mayoría de los domingos, pero algo bastante sorprendente estaba a punto de suceder”.
Con el sacerdote y las personas teniendo el rostro hacia una misma dirección… los feligreses estaban detrás del celebrante y en esa posición no las podía ver. Pope recuerda que era el momento de la consagración y, según corresponde, se inclinó con los antebrazos sobre el altar y la hostia entre sus dedos.
Luego, precisa, dijo las venerables palabras de la Consagración, en voz baja pero clara, Hoc est enim Corpus meum (porque esto es mi Cuerpo).
“Las campanas sonaron cuando hice la genuflexión.Pero detrás
de mí había una alteración de algún tipo; un temblor o crujido que
venía de los primeros bancos detrás de mí, a mi derecha. Y luego un gemido o gruñidos. “
Yo elevé la hostia, nuevos gruñidos, y otra vez me pregunté: “¿Qué fue eso?” Luego, silencio. Porque el celebrante en la antigua misa en latín no podía darse vuelta fácilmente para mirar. Aún así, yo pensé: “¿Qué fue eso?”
Luego vino el momento de la consagración del vino en el cáliz. Una vez más Pope recuerda haberse inclinado pronunciando con claridad , pero en voz baja:
"Hic
est enim calix sanguinis mei, novi et æterni testamenti; mysterium
fidei; qui pro vobis et pro multis effundetur in remissionem pecatorum.
Haec quotiescumque feceritis in mei memoriam facietis" (Este es el cáliz
de mi Sangre, de la nueva y eterna alianza, misterio de la fe…).
¡Déjame en paz, Jesús! ¿Por qué me torturas?”
“No podía darme vuelta porque yo estaba con el Cáliz en lo alto por encima de mi cabeza. Pero supe en un instante que algún pobre alma atormentada por demonios había encontrado a Cristo en la Eucaristía
y no pudo soportar su presencia real desplegada para que todos la vean.
Y recordé entonces las palabras de la Escritura: «…Incluso los demonios
creen y tiemblan» (Santiago 2:19)”.
“¿Por
qué un hombre atormentado por un demonio fue más consciente que yo de
la verdadera presencia real? Él se conmovió en un sentido negativo y
huyó. ¿Por qué yo no me conmuevo de una manera comparable, pero de forma
positiva? ¿Y también el resto de los fieles que estaban presentes?”
No dudo de que todos nosotros creemos intelectualmente en la verdadera presencia de Dios en la Eucaristía, comenta.
“Pero es muy diferente y mucho más maravilloso cuando trasladamos esta certeza a la profundidad del alma!”, finaliza.
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