México: vinculan el asesinato de un niño de 6 años con el culto a la Santa Muerte entre adolescentes
La infancia puede ser un espejo o un infierno. En la colonia Laderas de San Guillermo, el pasado 14 de mayo, fue las dos cosas, según relata Jan Martínez Ahrens en el diario español El País. Ahí, muy cerca de los muros de la prisión de Chihuahua, el pequeño Christopher (en la foto), de 6 años, fue arrastrado a una pesadilla de la que México aún no ha despertado.
Cinco amigos suyos, tres chicos y dos chicas de 11 a 15 años, le tomaron de la mano para “jugar a secuestradores” y acabaron matándole tras una larga e indescriptible tortura. En un país donde a la muerte se le erigen altares, este crimen ha desbordado diques y, con su componente infantil, ha puesto a muchos ciudadanos ante el espejo enfermizo de la ultraviolencia. Un fenómeno que Chihuahua conoce bien.
El estado norteño, una de cuyas grandes urbes, Ciudad Juárez, fue durante años la mayor tumba del planeta, registra después de Guerrero la tasa de homicidios de menores más alta de México: 38 por cada 100.000 habitantes. Casi 50 veces más que la española para todas las edades.
En este aberrante contexto, la muerte del pequeño Christopher, conocido como El Negrito, podría haber pasado inadvertida, pero el pretendido juego que le acompañó puso el dedo en la llaga: niños emulando secuestradores y, a juzgar por las declaraciones de la policía, yendo mucho más lejos que ellos. “Es un problema de descomposición social, no es un tema policial, sino de pérdida de valores”, dijo el demudado fiscal del caso.
Detalles del crimen
La reconstrucción de la procuraduría revela que, antes de llevarse a Christopher, los menores habían capturado y matado con saña a un perro callejero. Luego, comandados por un chico de 15 años, partieron en busca de otra presa. Eran las diez de la mañana y el pequeño, como tantas otras veces, jugaba en la calle. Fue entonces cuando se topó con la pandilla. Le pidieron que les acompañase a juntar leña. El niño les siguió. No eran desconocidos, sino sus vecinos en ese arrabal de miseria y polvo.
Al llegar a un arroyo cercano, lejos de las miradas de los adultos, le propusieron el juego del secuestro. Y tras atarle de pies y manos, cruzaron el espejo. Con un palo le asfixiaron hasta hacerle perder la conciencia. Acto seguido, vinieron los varazos, las pedradas, la navaja. El cadáver fue arrastrado hasta un agujero que cubrieron con tierra y maleza. Encima colocaron al perro muerto.
No tardó mucho en abrirse la fosa. Al día siguiente, en plena movilización policial, una madre se acercó a los agentes. Su hijo le había contado lo sucedido. La detención fue casi inmediata. La catarata de preguntas que sacudió México, también.
“Cómo respondemos como sociedad ante un hecho así? ¿Qué ven unos muchachos en su entorno que los hace querer ser secuestradores?”, inquirió en un amargo artículo el director del diario Excelsior.
“Es el reflejo de una generación que ha crecido en la idea de que matar no tiene consecuencias. ¿Qué esperamos, si viven en un estado campeón de la impunidad y donde la vida carece de valor? Eso es lo que han aprendido. El único remedio frente esta locura es hacer justicia. Que las instituciones dejen claro que matar en México no está permitido”, explicó a este periódico la periodista Sandra Rodríguez, autora de Fábrica del crimen, el estremecedor retrato de un crimen cometido por menores en 2004 en Chihuahua.
En la misma línea, se expresó la Red por los Derechos de la Infancia: “Los miles de homicidios, desapariciones y crímenes impunes no han tenido una explicación oficial para los niños y adolescentes en el país. Cada familia y comunidad ha buscado darles respuestas (u ocultarles la realidad) y no ha tenido éxito”.
Dos de los muchachos detenidos, de 15 años, pueden enfrentarse a una pena de 10 años; las dos chicas de 13 y el chico de 11 son inimputables. En la última década han muerto en México por homicidio, 10.876 menores. Christopher es desde el pasado 14 de mayo, uno de ellos.
La pista de la Santa Muerte
En varios medios se ha señalado que los niños acusados del asesinato de Christopher daban culto a la Santa Muerte. Por ejemplo, en Net Noticias leemos cómo un grupo de vecinos asegura que no se trató de un juego con un desenlace fatal.Los habitantes de la zona mencionan que estos menores son de una banda de criminales tipo “cholo”, los cuales ya han incendiado cuatro viviendas, así como la venta de drogas y no se les ha detenido. Es por ello que son varias las personas que creen que el asesinato no fue un juego, como ellos dicen.
“Estos niños veneran a la Santa Muerte y ya han hecho cosas macabras en varias ocasiones, por eso creemos que no fue un juego ya que la forma en que lo mataron no es una obra de un simple juego”, expresó una de las vecinas del lugar, quien agregó que ella había tenido una conversación antes con una de las niñas para que saliera de esa mala vida que lleva.
Así lo revela de forma semejante La Parada Digital, donde se informa de que los pequeños que asesinaron a Christopher eran de una banda y rendían culto a la Santa Muerte. Así mismo que pudieran haber sido influenciados por grupos criminales, según declaraciones que realizaron colonos de San Guillermo, zona donde residía el hoy fallecido.
Los ‘niños asesinos’, señalan también los vecinos, eran muy conflictivos con grupos de cristianos, o protestantes, además los culparon de haber incendiado varias viviendas en el fraccionamiento Laderas de San Guillermo II Etapa.
Según publica la Organización Editorial Mexicana, los vecinos entrevistados señalaron que existe la operación de bandas criminales en la zona que aseguraron son de “El Chapo", es decir, del Cartel de Sinaloa, y que ellos fueron los que poco a poco fueron adoctrinando a niños y jóvenes no sólo para la comisión de delitos en éste municipio, sino para integrarse al culto de veneración a la “Santa Muerte”.
“Investigue por allí y va a sacar todo, aquí hay algo más grande, desafortunadamente tuvo que morir ese angelito para que se pusieran los ojos en éste fraccionamiento, pero tenemos muchos años viendo cómo crece este problema”, señalaron. “Aquí vive la pus, se vinieron a vivir los que antes vivían en El Palomar, en Ranchería, en Villa Juárez y en las zonas que antes tenían problemas como los que hoy tenemos aquí”, señalaban repetidamente los vecinos.
¿Adoradores aislados o una secta formal?
Para el coordinador de la Unidad de Estudios Históricos y Sociales de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Dizán Vázquez Loya, en el caso del asesinato del niño Christopher Márquez Mora se acreditan todos los elementos para sospechar que fue efectuado por satánicos, por lo que señaló la necesidad de un estudio de campo para precisar si se trató de adoradores aislados de la Santa Muerte o si se trata de una secta formal. Informa de ello El Heraldo de Chihuahua.Tras afirmar que debe investigarse si existen más integrantes de alguna posible secta, el sacerdote Dizán Vázquez advirtió de que “existen todos los síntomas de que se trata de un acto satánico; las formas allí están, los indicios, los símbolos también, los hechos, el sadismo, el sacrificio de animales, un asesinato humano. También se observa al culto a la mal llamada “Santa Muerte”, que no deja de ser una entidad demoniaca".
Señaló además que la falta de respeto a los seres humanos, la falta de respeto a la vida, el combate continuo a la paz mediante el caos, es el común denominador de quienes se dedican a ese tipo de actividades y que realizan esos cultos satánicos, en la generalidad de los casos caen en acciones delictivas y moralmente muy reprobables.
Habría que hacer una investigación de campo más exhaustiva y detallada de personas que pudieran aportar datos sobre una posible secta satánica organizada. “Me refiero a un grupo de personas más estructurado, con el fin de llevar a cabo actividades de ese tipo que, repito, usualmente tienden a cometer delitos atroces”.
Destacó que no pretende ser subjetivo, por lo que habría que determinar si no se trata de acciones aisladas, generalizadas, y sí satánicas, pero no organizadas propiamente como una secta estructurada.
“No dejaría de ser satanismo”
Remató: “Las acciones son totalmente acordes con ese tipo de cultos, pero habría que ver si existe un grupo, asociación y organización que tenga esas características institucionalizadas, aunque sea en una forma mínima y elemental a la que estos niños estuvieran afiliados, porque todo indica que ellos aprendieron de otros, que de algún lado sacaron esas ideas satánicas que llevaron a la práctica“.No descartó que las investigaciones arrojen que esas acciones macabras las hayan tomado de la propia vida que llevaban, de su entorno familiar, de amigos, de vecinos, etcétera. “Por supuesto que existe la posibilidad de que existan todas las coincidencias anteriores, y que simplemente obedezcan a una concepción de la vida de sus familias, que juntó la adoración a la Santa Muerte y la falta de valores morales, pero no dejaría de ser satanismo, con la diferencia de que sería de una manera desorganizada”.
Pidió no confundirse, ni confundir por la falta de conocimiento respecto del culto a la Santa Muerte, que, indicó, es satanismo. “Por supuesto que la Iglesia no acepta este tipo de cultos, pues se trata de una entidad demoniaca que acredita lo contrario a lo que Dios ofrece a sus hijos, vida eterna; adorar a la Santa Muerte es una forma de adorar al diablo”.
Indicó que es necesario conocer que esas sectas no presentan una organización, ni siquiera cercanamente comparable a la Iglesia Católica, pues se trata de una serie de personajes que realizan sus ritos o conjuraciones en secreto, aprovechando lo que tienen a la mano. Recordó que el culto a la Santa Muerte incluso tiene en la cárcel a su precursor Tex-Mex, y que a sus seguidores se les considera satánicos, pues son seguidores de una entidad demoniaca, una entidad satánica.
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