EL NUEVO
RITO DE LOS EXORCISMOS
Presentación oficial del
cardenal Medina Estévez,
prefecto de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos
en la sala de Prensa de la Santa Sede
Martes 26 de enero de 1999
prefecto de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos
en la sala de Prensa de la Santa Sede
Martes 26 de enero de 1999
Para poder entender qué es el exorcismo, se debe
partir de Jesús y de su misma praxis.
Jesucristo vino al mundo y a los hombres para
anunciar e inaugurar el reino de Dios. Los hombres poseen una innata capacidad
para recibir a Dios en su corazón (cf. Rm 5, 5). Sin embargo, esta
capacidad para acoger a Dios es ofuscada por el pecado, y en algunas ocasiones
el mal ocupa en el hombre el puesto que sólo le corresponde a Dios. Por ello,
Jesucristo vino a liberar al hombre del mal y del pecado, y también de todas
las formas de dominación del maligno, es decir, del diablo y de sus espíritus
malignos, llamados demonios, que quieren pervertir el sentido de la vida del
hombre. Por esta razón, Jesucristo expulsaba los demonios y liberaba a los
hombres de la posesión de los espíritus malignos, para hallar cabida en el
corazón del hombre y darle la posibilidad de conseguir la libertad ante Dios,
que quiere darle su Espíritu Santo, para que se convierta en su templo vivo
(cf. 1 Co 6, 19; 1 P 2, 5) y dirija sus pasos hacia el camino de
la paz y de la salvación (cf. Rm 8, 1-17; 1 Co 12, 1-11; Ga
5, 16-26).
La Iglesia está llamada a seguir a Jesucristo y ha
recibido, de Cristo mismo, el poder de continuar, en su nombre, su misión. De
aquí que la acción de Cristo para liberar al hombre del mal se ejercita a
través del servicio de la Iglesia y de sus ministros ordenados, delegados por
el obispo para cumplir los ritos sagrados dirigidos a librar a los hombres de la
posesión del maligno.
El exorcismo constituye una antigua y particular
forma de oración que la Iglesia emplea contra el poder del diablo. He aquí
cómo explica el Catecismo de la Iglesia católica en qué consiste el exorcismo
y cómo se lleva a cabo: «Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad,
en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra la
influencia del maligno y substraído a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús
lo practicó (cf. Mc 1, 25 ss); de él deriva a la Iglesia el poder y la
tarea de exorcizar (cf. Mc 3, 15; 6, 7. 13; 16, 17). De una manera
simple, el exorcismo se practica durante la celebración del bautismo. El
exorcismo solemne, llamado «gran exorcismo», puede ser practicado sólo por un
presbítero y con el permiso del obispo. En esta materia es necesario proceder
con prudencia, observando rigurosamente las normas establecidas por la Iglesia.
El exorcismo tiene como objeto expulsar a los demonios o liberar de la
influencia demoníaca, mediante la autoridad que Jesús ha dado a su Iglesia.
Muy diferente es el caso de enfermedades, sobre todo psíquicas, cuya curación
pertenece al campo de la ciencia médica. Es importante, por lo tanto,
asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, que se trate de una presencia del
maligno y no de una enfermedad (cf. Código de derecho canónico, c.
1172)» (Catecismo de la Iglesia católica, n. 1673).
La sagrada Escritura nos enseña que los espíritus
malignos, enemigos de Dios y del hombre, realizan su acción de modos diversos;
entre éstos se señala la obsesión diabólica, llamada también posesión
diabólica. Sin embargo, la obsesión diabólica no constituye la manera más
frecuente como el espíritu de las tinieblas ejerce su influjo. La obsesión
tiene características de espectacularidad; en ella el demonio se apropia, en
cierto modo, de las fuerzas y de la actividad física de la persona que sufre la
posesión. No obstante esto, el demonio no puede adueñarse de la libre voluntad
del sujeto, lo que impide el compromiso de la libre voluntad del poseído, hasta
el punto de hacerlo pecar. Sin embargo, la violencia física que el diablo
ejerce sobre el obseso constituye un incentivo al pecado, que es lo que él
quisiera obtener. El ritual del exorcismo señala diversos criterios e indicios
que permiten llegar, con prudente certeza, a la convicción de que se está ante
una posesión diabólica. Es solamente entonces cuando el exorcista autorizado
puede realizar el solemne rito del exorcismo. Entre estos criterios indicados se
encuentran: el hablar con muchas palabras de lenguas desconocidas o entenderlas;
desvelar cosas escondidas o distantes; demostrar fuerzas superiores a la propia
condición física, y todo ello juntamente con una aversión vehemente hacia
Dios, la santísima Virgen, los santos, la cruz y las sagradas imágenes.
Se subraya que para llevar a cabo el exorcismo es
necesaria la autorización del obispo diocesano. Autorización que puede ser
concedida para un caso específico o de un modo general y permanente al
sacerdote que ejerce en la diócesis el ministerio de exorcista.
El Ritual romano contenía, en un capítulo
especial, las indicaciones y el texto litúrgico de los exorcismos. Este
capítulo era el último, y había quedado sin ser revisado después del
concilio Vaticano II. La redacción final del Rito de los exorcismos ha
requerido muchos estudios, revisiones, renovaciones y modificaciones, consultas
a las diversas Conferencias episcopales; todo ello analizado por parte de una
Asamblea ordinaria de la Congregación para el culto divino. El trabajo ha
costado diez años de esfuerzos, dando como resultado el texto actual, aprobado
por el Sumo Pontífice, que hoy se hace público y se pone a disposición de los
pastores y de los fieles de la Iglesia. Resta, no obstante, un trabajo que
incumbe a las respectivas Conferencias episcopales: la traducción de este
Ritual a las lenguas habladas en sus respectivos territorios. Estas traducciones
deben ser exactas y fieles al original latino, y deben ser sometidas, según la
norma canónica, a la recognitio de la Congregación para el culto
divino.
En el Ritual que hoy presentamos se
encuentra, sobre todo, el rito del exorcismo propiamente dicho, que debe
realizarse sobre la persona obsesa. Siguen las oraciones que debe decir
públicamente un sacerdote, con el permiso del obispo, cuando se juzga
prudentemente que existe un influjo de Satanás sobre lugares, objetos o
personas, sin llegar al nivel de una posesión propiamente dicha. Contiene,
además, una serie de oraciones que pueden ser dichas privadamente por los
fieles, cuando sospechan con fundamento que están sujetos a influjos
diabólicos.
El exorcismo tiene como punto de partida la fe de la
Iglesia, según la cual existen Satanás y los otros espíritus malignos, y que
su actividad consiste en alejar a los hombres del camino de la salvación. La
doctrina católica nos enseña que los demonios son ángeles caídos a causa del
propio pecado; que son seres espirituales con gran inteligencia y poder: «El
poder de Satanás, sin embargo, no es infinito. Éste no es sino una criatura,
poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede
impedir la edificación del reino de Dios. Aunque Satanás actúe en el mundo
por odio contra Dios y su reino en Cristo Jesús, y su acción cause graves
daños -de naturaleza espiritual e, indirectamente, también de naturaleza
física- a cada hombre y a la sociedad, esta acción es permitida por la divina
Providencia, que guía la historia del hombre y del mundo con fuerza y suavidad.
La permisión por parte de Dios de la actividad diabólica constituye un
misterio grande, sin embargo ianosotros sabemos que Dios dispone todas las cosas
para el bien de los que lo amanlo (Rm 8, 28)» (Catecismo de la
Iglesia católica, n. 395).
Quisiera subrayar que el influjo nefasto del demonio
y de sus secuaces es habitualmente ejercitado a través del engaño, la mentira
y la confusión. Así como Jesús es la Verdad (cf. Jn 8, 44), el diablo
es el mentiroso por excelencia. Desde siempre, desde el inicio, la mentira ha
sido su estrategia preferida. No hay lugar a dudas de que el diablo tiene la
capacidad de atrapar a muchas personas en las redes de las mentiras, pequeñas o
grandes. Engaña a los hombres haciéndoles creer que no tienen necesidad de
Dios y que son autosuficientes, sin necesitar ni la gracia ni la salvación.
Logra engañar a los hombres amortiguando en ellos, e incluso haciendo
desaparecer, el sentido del pecado, sustituyendo la ley de Dios como criterio de
moralidad por las costumbres o consensos de la mayoría. Persuade a los niños
para que crean que la mentira constituye una forma adecuada para resolver
diversos problemas, y de esta manera se forma entre los hombres, poco a poco,
una atmósfera de desconfianza y de sospecha. Detrás de las mentiras, que
llevan el sello del gran mentiroso, se desarrollan las incertidumbres, las
dudas, un mundo donde ya no existe ninguna seguridad ni verdad, y en el cual
reina, en cambio, el relativismo y la convicción de que la libertad consiste en
hacer lo que da la gana. De esta manera no se logra entender que la verdadera
libertad consiste en la identificación con la voluntad de Dios, fuente del bien
y de la única felicidad posible.
La presencia del diablo y de su acción explica la
advertencia del Catecismo de la Iglesia católica: «La dramática
condición del mundo que "yace" todo él "bajo el poder del
maligno" (1 Jn 5, 19), hace que la vida del hombre sea una lucha:
"Toda la historia humana se encuentra envuelta en una tremenda lucha contra
el poder de las tinieblas; lucha que comenzó ya en el origen del mundo, y que
durará, como dice el Señor, hasta el último día. Inserto en esta batalla, el
hombre debe combatir sin descanso para poder mantenerse unido al bien; no puede
conseguir su unidad interior si no es al precio de grandes esfuerzos, con la
ayuda de la gracia de Dios" (Gaudium et spes, 37, 2)» (n. 409).
La Iglesia está segura de la victoria final de
Cristo y, por tanto, no se deja arrastrar por el miedo o por el pesimismo; al
mismo tiempo, sin embargo, es consciente de la acción del maligno, que trata de
desanimarnos y de sembrar la confusión. «Tengan confianza -dice el Señor-; yo
he vencido al mundo» (Jn 8, 33). En este marco encuentran su justo lugar
los exorcismos, expresión importante, pero no la única, de la lucha contra el
maligno.
Card. Jorge A. MEDINA ESTÉVEZ
Prefecto
Prefecto
6 comentarios:
Hola, buenas noches. Me gustaría hacer una pequeña consulta técnica pues creo estar siendo atacado por el demonio desde hace aproximadamente un año y medio y ahora quisiera documentarlo.
Digo consulta "técnica" pues intento grabar audio digital relatando lo que me ocurre DURANTE LOS ATAQUES que recibo, y ya lo he intentado varias veces pero el demonio altera la grabación (digital) una y otro vez quitando toda o casi toda calidad a la misma, y en ocasiones esta se hace totalmente ininteligible.
Aparecen ruidos extraños, inexistentes en el momento de grabar, latidos, sonido como de un marcapasos, siseos, ruido blanco, etc.
Me pregunto si dentro del mundo del exorcismo existe algún departamento relacionado con las tecnologías que, por ejemplo, pueda analizar unas grabaciones de este tipo.
Me han hablado del grupo Héptada y su relación con el Padre Pilón (ya fallecido) pero también me han advertido que en este grupo hay ahora trabajando personas que practican el espiritismo y, en ese caso, no quisiera recurrir a ellos pues no confío en gentes que se dediquen a esas prácticas.
Por supuesto puedo explicar detalladamente las condiciones en las que he hecho las grabaciones así como los instrumentos empleados. También me han sugerido que si no consigo grabar digitalmente lo intente con una vieja grabadora analógica (algo que aún no he probado porque no dispongo de una).
Una saludo. Felicidades por el blog. Y muchas gracias.
Efectivamente en el grupo Hepta hay trabajando espiritistas, que ademas creen en la reencarnación, estuvieron hablando en un programa de radio y así lo transmitieron ellos mismos, por lo cual yo tampoco se lo aconsejo.
Mi consejo es que le cuente a un exorcista de su diócesis todo lo que le está ocurriendo.
De todas formas el moderador de este blog le aconsejara lo que ha de hacer.
Puede que el sepa donde ha de dirigirse.
un saludo.
Como dice Merche, si usted tiene problemas demoníacos y quiere sanarse... debería ir a que le viese un exorcista. Pero tratar de grabar cosas, es algo innecesario. Los exorcistas no necesitan medios técnicos para saber si hay posesion, o influencia.
Sinceramente agradecido por las dos respuestas.
Me gustaría aclarar que grabo solo para dejar un testimonio por si pierdo la vida y que se sepa que estas cosas existen. No grabo para ahuyentar al demonio, pero sí he comprobado que no le gusta nada ser grabado ni que le dejen en evidencia. Mientras le grabo se cuida de no producir tantos ruidos, golpes, portazos, chirridos, risotadas, etc (sé que parece increíble pero es así).
Otra cosa, me han dicho que hay un libro de la autora Dion Fortune sobre defensa de ataques psíquicos, etc. pero creo que esto es como entrar en magias negras y me dicen que es 'ciencia cristiana'. Leyendo en wikipedia es cierto que la autora dicen se crió en la ciencia cristiana, Iglesia de Cristo científico pero me suena raro. Un saludo.
El demonio actúa así, a mi no me parece increíble por eso, debes buscar ayuda de un exorcista, porque tal vez tenga que exorcizar la casa si son ruidos los que escuchas, si son ataques contra ti personalmente, puede que tengas que recibir oración de liberación.
No busques otros caminos fuera de la iglesia para que te ayuden, pues lo único que conseguiras es que las cosas se pongan peor.
Confía en lo que te digo y ya veras como todo se arregla.
Un saludo.
No pierdas el tiempo grabando nada. Además si el demonio no se deja grabar en digital no esperes conseguir nada en analógico, no tiene ninguna dificultad en estropear los dos tipos de tecnología.
Ve a un exorcistas, y déjate de experimentos.
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