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El Catecismo, en el numeral 1673, nos dice: "Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (Mc 1,25 ss), de El tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar". Es decir, el exorcismo es la invocación que hace la Iglesia, en nombre de Jesucristo y a través de un ministro ordenado, para proteger y ahuyentar al demonio de una persona o cosa.
Los exorcismos se dividen en simples
y solemnes. El exorcismo, en forma simple, tiene lugar en el rito del bautismo.
El exorcismo solemne, que sólo puede ser válidamente celebrado
por un presbítero designado por el Ordinario del lugar, es el exorcismo
propiamente dicho, tiene categoría de sacramental, y se celebra en
casos de obsesión o posesión diabólica.
Los sacramentales, ayúdan, pero no sustituyen a la fe, suelen ser
agua bendita, o agua exorcisada, aceite exorcisado y sal exorcisada.
Los sacramentales son, según
lo definido por el Código de Derecho Canónico vigente en el
canon 1166, "signos sagrados, por los que, a imitación, en cierto
modo de los sacramentos, se significan y se obtienen, por intercesión
de la Iglesia, unos efectos principalmente espirituales".
Es el Ordinario del lugar, es decir,
el obispo local, quien tiene la facultad de ordenar un exorcismo solemne,
de ser necesario. Verificar una verdadera posesión diabólica
es muy difícil, por lo tanto el obispo ha de ser cauto y prudente cuando
examine los casos que se le presenten. Han de descartarse perturbaciones psicológicas
u otro tipo de trastornos que puedan tener explicación natural.
El obispo debe conceder el permiso
de forma peculiar, es decir para cada caso, y siempre a un sacerdote (nunca
un laico) que sea ejemplar en su piedad e integridad de vida, y también
en una sólida ciencia y prudencia. El sacerdote debe estar especialmente
calificado por sus conocimientos teológicos y su prudencia ante los
conflictos. Puede existir también un oficio de exorcista, donde el
sacerdote no necesite el permiso expreso del obispo en cada caso, sino que
esté facultado para celebrar exorcismos en general, pero este permiso
debe ser solicitado por la Conferencia Episcopal a la Santa Sede.
Actualmente, se confunde el significado
del término "exorcismo" porque está sometido a diversas
interpretaciones, lo que ha llevado a denominar "exorcismos" a cosas
que no lo son, o "exorcistas" a personas, laicos o sacerdotes, que
no lo son. Al respecto, el padre Gabriele Amorth, exorcista de la diócesis
de Roma y autor del libro "Habla un Exorcista", dice que el exorcismo
es sólo el sacramental instituido por la Iglesia. El poder de expulsar
demonios que Jesús confirió a todos los creyentes conserva toda
validez. Es un poder general basado en la fe y en la oración, y puede
ser ejercido por individuos o comunidades sin ninguna autorización.
Sin embargo, en este caso, se trata de plegarias de liberación, y no
se deben llamar exorcismos. Sólo al sacerdote autorizado, además
de al obispo exorcizante, corresponde el nombre de exorcista.
2 comentarios:
Descartado los trastornos psicológicos, pero, cuando. Persisten y persisten y persisten y hay pesadillas interminables, cuando hay que acudir al exorcista?
Has probado a preguntar en las propias.pesadillas si quieren algo ? Has intentado orar antes de dormir por si son almas del.purgatorio y buscan q oren por ellas? Prueba y verás cómo desaparecen. Pero si dejas de orar puede ser q vuelvan las.pesadillas. con fe no hay mejor arma q una oración que sale del alma.
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